Una persona melancólica suele tener un semblante lento y caído. Pareciera flotar mientras camina, como sí viviera en otro mundo. Con la fría melancolía que se ha congelado para permanecer un tiempo infinito, una persona melancólica recuerda fácilmente a un fantasma, que si no interactuara tanto con la luz, se fundiría en la negrura del universo. 
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